24 de diciembre de 2020

LA FIESTA DE LAS FIESTAS PARA SAN FRANCISCO


Cuando pensamos en la celebración que san Francisco hacía de la Navidad, seguro que instintivamente nos vienen dos imágenes y referencias principales. En primer lugar, Greccio (1223) y Francisco como “el inventor de los belenes”. En 1Celano 84-87, que recoge este hecho, se subraya: “Tenía tan presente la humildad de la encarnación..., deseaba celebrar y ver con sus propios ojos... la simplicidad, pobreza y humildad... los cantos de alegría...”. A san Francisco le encantaba expresar sus convicciones y mensajes a base de gestos: la predicación silenciosa con la ceniza, vestirse de saco, untar paredes de comida, morir desnudo... La Navidad en Greccio hay que encuadrarla ahí. 

En segundo lugar, el tono festivo, no penitencial, ya que para san Francisco la Navidad era la “Fiesta de las fiestas” (2Celano 199): no ayunar, dar de comer a pobres, animales y paredes... Todo esto tendemos a situarlo en lo folklórico y pintoresco, como casi todo lo navideño, y se nos puede escapar el trasfondo. En la vivencia de san Francisco hay un contenido claro y bien profundo: el misterio sublime y, a la vez, humilde de la Encarnación del Hijo amado de Dios. Nunca nombra la Navidad directamente, siempre habla del Hijo que tomó la carne de nuestra humanidad y fragilidad; del gran Rey que se hizo pobre y nació de camino; del Hijo de Dios que en María se hizo hermano nuestro, etc. 

Eso es la Navidad para el santo de Asís: el camino humilde, la opción clara, que el Hijo de Dios ha querido elegir en este mundo para salvarnos, para enriquecernos, para hacerse hermano nuestro. Un camino que san Francisco recorrió y que nos invita a recorrer. 

¡FELIZ Y FRANCISCANA NAVIDAD!