13 de junio de 2018

FIESTA DE SAN ANTONIO DE PADUA

Aunque san Antonio no pertenecía al círculo de los primeros compañeros de san Francisco, vivió la frescura de los orígenes del carisma con total adhesión y con docilidad absoluta. Supo captar la esencia de la vida y de la espiritualidad de san Francisco y de sus primeros hermanos: el seguimiento radical de Cristo pobre y humilde; el deseo apasionado de dar testimonio de su amor por Cristo hasta el martirio, si fuera necesario; el espíritu de itinerancia y de provisionalidad para ir donde lo mandara la obediencia y lo esperara «el pueblo sediento de Dios»; la centralidad de la palabra de Dios en su predicación, que para Antonio era la «tierra fecunda, el resumen de todo el saber: «Quien no conoce las sagradas letras, no conoce ninguna».

Su sensibilidad franciscana fue plenamente reconocida por los hermanos y por el mismo santo de Asís. Así lo demuestra la carta que san Francisco le escribió a finales de 1223 o a principio de 1224, cuando llamaron a Antonio a Bolonia para que enseñara sagrada teología a los hermanos: «Al hermano Antonio, mi obispo, el hermano Francisco: salud. Me agrada que enseñes la sagrada teología a los hermanos, a condición de que, por razón de este estudio, no apagues el espíritu de la oración y devoción, como se contiene en la Regla». 

Una alusión de la Vida primera de Celano, redactada entre 1228 y 1229, es decir, cuando Antonio todavía vivía, revela la fidelidad con que el Santo de Padua siguió, tanto en su enseñanza en Bolonia como en su predicación itinerante, las indicaciones de Francisco. Hablando del Capítulo provincial de 1224 en Arlés, escribe Celano: «También estaba presente en aquel capítulo el hermano Antonio, a quien el Señor abrió la inteligencia para que entendiese las Escrituras y hablara de Jesús en todo el mundo palabras más dulces que la miel y el panal». 

Algunas preciosas frases extraídas de sus escritos: 

“La caridad es el alma de la fe, hace que esté viva; sin el amor, la fe muere”. 

“Oh ricos haced amigos... a los pobres, acogedlos en vuestras casas: luego serán ellos, los pobres, quienes os acogerán en los tabernáculos eternos, donde existe la belleza de la paz, la confianza de la seguridad, y la opulenta serenidad de la saciedad eterna”.

“Cristo, que es tu vida, está colgado delante de ti, para que tú mires en la cruz como en un espejo. Allí podrás conocer cuán mortales fueron tus heridas, que ninguna medicina habría podido curar, a no ser la de la sangre del Hijo de Dios. Si miras bien, podrás darte cuenta de cuán grandes son tu dignidad humana y tu valor... En ningún otro lugar el hombre puede comprender mejor lo que vale que mirándose en el espejo de la cruz”.

“Si predicas a Jesús, él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente”.

“Los buenos prelados de la Iglesia y los verdaderos religiosos son estrellas brillantes en lugar tenebroso. Ellos dirigen a los navegantes a través del mar, con rumbo recto hasta las puertas de la vida eterna. Pero los hipócritas y falsos religiosos son estrellas errantes, causa de naufragio para otros. Por eso serán golpeados por la tempestad de la muerte eterna”.