18 de mayo de 2018

KOLBE O LA GRANDEZA DE LA VOCACIÓN


Este fin de semana se estrena en España la película-documental "Dos coronas", sobre la vida y misión de san Maximiliano M. Kolbe. ¡Vayamos a verla todos los que podamos! Hay vidas e historias memorables a las que merece la pena volver con frecuencia, porque sugieren pequeñas o grandes victorias del amor sobre el miedo, el odio y la sinrazón cuando todo parecía perdido. Sin duda, una de ellas es la del padre Kolbe, franciscano conventual polaco, fundador de la Milicia de la Inmaculada (Asociación Internacional de Fieles Católicos presente en 46 países, también en España) y de varias “Ciudades de la Inmaculada”, entre ellas Niepokalanów, cerca de Varsovia, con más de 700 frailes entregados al trabajo apostólico utilizando los medios más modernos: prensa, radio, cine… 

El 14 de agosto de 1941 moría en el campo de concentración de Auschwitz, dando su vida para salvar a un joven padre de familia como testimonio supremo de caridad. Había llegado el 28 de mayo de ese mismo año tras haber pasado varios meses entre torturas y palizas de la Gestapo en la cárcel Pawiak de Varsovia, lugar que “hacía helar la sangre”. Al día siguiente de su muerte, su cuerpo fue quemado en el horno y sus cenizas esparcidas al viento. Humanamente hablando: Un rotundo fracaso, una derrota del mal sobre el bien. Sin embargo, el padre Kolbe no murió, “dio la vida por el hermano”, como afirmó el Papa san Juan Pablo II en su canonización. 

El amor vence. Vence siempre. Es así que comprendemos la vida y la muerte de san Maximiliano María Kolbe, mártir de la caridad, es decir, ¡testigo del amor más grande! “No olvidéis el amor”, había dicho a sus hermanos antes de dejar Niepokalanów camino de la prisión. Acosado, sí, pero no desesperado; perseguido, sí, pero no abandonado; derribado, sí, pero no vencido (cf. 2Corintios 4, 7), porque entregó su vida por amor. Y “el amor es más fuerte que la muerte” (Cant 8, 6). 

Toda vocación tiene la promesa de ver cosas grandes (¡según el Evangelio!). Los que aceptan entregar su vida a Dios se convierten en testigos privilegiados de las maravillas que la gracia realiza en los corazones (empezando por el propio) y del triunfo del amor de Dios sobre el mal y el pecado. Sin esta perspectiva sobrenatural, es difícil entender el camino que a cada uno le depara su vocación. Sin esta perspectiva profunda, es difícil (¡por no decir imposible!) entender la vida, la misión y el desenlace final de san Maximiliano. Y tú, ¿qué crees que tiene preparado para ti el Señor? ¿Y si fuera la vida franciscana, como a san Maximiliano Kolbe? 

Madre Inmaculada, nos dejamos guiar por ti.
San Maximiliano Kolbe, ¡ruega por nosotros!