18 de abril de 2019

DEJARSE QUERER POR UN AMOR ASÍ


Sabemos por las Fuentes Franciscanas que el Santo de Asís vivía los días del Triduo Pascual con una gran intensidad espiritual, preparándose a conciencia durante toda la Cuaresma. 

San Francisco nos enseña a vivir desde dentro estos días santos, dejando que resuenen en nuestro corazón estas palabras: “Aquello sucedió por mí”. No para caer en la culpabilidad, sino para dejar que emerja el asombro, el agradecimiento y, al final, caigamos rendidos en adoración humilde: Sí, fue “por mí” y “por el mundo entero”... por eso te adoramos, Señor Jesucristo, aquí y...”. Esta es la clave. El sentido de la Semana Santa es entender que aquello sucedió por mí y que desde aquella hora todo es distinto, nuevo, definitivo, porque ya nada ni nadie podrán separarnos del amor de Cristo

San Francisco rompía en lágrimas al reconocer que misteriosamente el mundo, y cada uno con él, estaba siendo salvado a través de un Amor que se dejaba crucificar. Por eso dirá a un campesino que un día lo encontró sollozando por los alrededores de santa María de la Porciúncula: “Lloro la pasión de mi Señor, por quien no debería avergonzarme de ir gimiendo en alta voz por todo el mundo”.

Que en estos días nos veamos absolutamente implicados en primera persona en el Misterio de amor que vamos a celebrar, para que podamos revivir en la fe lo que aconteció en la historia: Cristo, crucificado por nosotros y resucitado para nuestra esperanza. “¿Por qué nos has amado tanto, Señor? ¿Por qué?”