8 de mayo de 2019

QUIEN ARRIESGA POR CRISTO, NUNCA PIERDE


El próximo domingo, cuarto del tiempo de Pascua, la Iglesia nos invita a orar especialmente por las vocaciones religiosas y sacerdotales. Entrar hoy en una orden, congregación religiosa o seminario es optar por una forma de vida que no se cotiza, que no tiene aplausos. Sin embargo, es la manera más bella de vivir la vida “escondida en Cristo” (Col 3,3), de ser “sal y luz del mundo” (Mt 5,13-16), de encarnar el espíritu de las Bienaventuranzas.

Hay que alejar esa idea de que los religiosos o sacerdotes son una “especie en vía de extinción”. Dios no abandona a su Iglesia. A pesar del problema demográfico en occidente y de la crisis de fe, aún hay jóvenes que con la gracia de Dios rompen con los esquemas establecidos y optan radicalmente por Cristo. Todavía hay madres y padres cristianos que se alegran cuando una hija o hijo decide dar un paso así. ¡No está tan seca la fuente de nuestras comunidades cristianas! 

Nos toca vivir nuevos tiempos con grandes desafíos. No tenemos formulas mágicas, pero lo cierto es que no debemos caer en un pesimismo contagioso, ni alentar espejismos triunfalistas. Hoy como ayer, quien está dispuesto a arriesgar por Cristo, jamás se equivoca y sabe que sólo quien pierde la vida por Él, la gana. Solo en el cielo, con toda certeza, comprenderemos el sentido de ese sí, y daremos gracias eternamente rebosando gozo. Este próximo domingo, llamado del buen Pastor, puede ser el día en el que aceptes este riesgo... 

¿Me amas? ¡Déjalo todo y sígueme!