8 de enero de 2020

TE ESPERA, TE BUSCA



La vocación no es algo que tú inventas o decides por tu cuenta: es algo que encuentras o que poco a poco vas descubriendo en tu vida. No es el proyecto que tú tienes sobre ti mismo, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y que te invita a realizar. Por eso, para descubrir tu vocación, es fundamental crecer en el diálogo y la familiaridad con el Señor, es decir, aprender a orar con el corazón. Sólo mediante la oración es posible encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afina tu oído y todos tus sentidos para que puedas escuchar y percibir la voz de Aquel que te llama por tu nombre y te conoce desde siempre: "Samuel, Samuel... Habla, que tu siervo escucha" (1Samuel 3, 10). Así fue también para san Francisco de Asís, quien, como nos recuerdan sus primeros biógrafos, "cuando oraba en selvas y soledades, hablaba con su Señor" (2Celano 95).

Todo esto te puede parecer un poco difícil… Es verdad, ¡a veces este camino se hace arduo! Pero no olvides la Buena Noticia de la Navidad, que celebraremos dentro de muy poco: ¡El Señor se deja encontrar! Más aún, no tiene otro deseo que ser encontrado y ha tomado Él la iniciativa saliendo a nuestro encuentro. Por eso, el Hijo de Dios, anhelando buscar al hombre, oveja perdida, deja la gloria del Padre y viene a nuestro mundo. Este misterio llenaba de alegría y de agradecimiento profundo el corazón de san Francisco. ¡Y no era para menos! 

El Señor puede y quiere hacerte entender que sus caminos para ti son más grandes de lo que te habías imaginado. Que donde tú ves limitación, Él encuentra posibilidad; que donde tú te cierras por miedo o falta de confianza, Él sabe que todavía hay mucho camino por recorrer. Entonces, ¿también tú estás dispuesto a dejarlo todo para seguirle?

Ven, Señor. Ven, Salvador