12 de abril de 2020

MENSAJE PASCUAL DEL MINISTRO GENERAL


Roma, Pascua de 2020
No está aquí. Ha resucitado. (Mt 28, 6a)

Queridos hermanos,

siempre me llamó la atención la expresión con la cual el ángel, sentado sobre la piedra que había sellado la tumba de Cristo, se dirigió a María de Magdala y a la otra María: «Él no está aquí. Ha resucitado». Me impresiona el matiz de la expresión, que pasa de un débil «no está aquí» a un solemne «ha resucitado».

Ciertamente no se trata de una simple descripción; no es la indicación espacio-temporal de la ubicación de un cuerpo (de hecho, el del Crucificado), sino del anuncio de la nueva creación, de la victoria final. Es la declaración definitiva de la voluntad salvífica del Padre, de la redención actuada en el sacrificio del Hijo.

Sin embargo, lo repito, la expresión comienza con una modalidad expresiva débil: «no está aquí». El ángel, sentado al modo de un obrero que descansa un momento durante su jornada, anuncia el feliz resultado del itinerario pascual (pasión, muerte y resurrección) de una manera serena, simple y no invasiva.

Interpreto este «estilo» como la oportuna continuación de la actitud que Jesús eligió a lo largo de su ministerio: palabras discretas, gestos simples, presencia ungida de una autoridad serena… para comunicar al mundo la magnificencia de la Buena Nueva; la justicia y la paz del Evangelio; la magnanimidad del amor misericordioso del Padre.

Es mi deseo que en esta Fiesta de Pascua, marcada -en gran parte del mundo- por la debilidad, la enfermedad, la pobreza, la incertidumbre, la falta de inmunidad y de justicia, nosotros, franciscanos, sepamos ser signos creíbles de esperanza de una manera serena, sin muchas palabras, con gestos -quizás- escondidos, pero con un activo y decidido amor. Así podremos ser instrumentos del Amor salvífico del Padre, que hace nuevas todas las cosas.

Y así, el Misterio de esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio, trae la concordia,
doblega a los potentes.

(Del Pregón pascual)

Fray Carlos A. TROVARELLI
Ministro general