19 de abril de 2018

HAY UNA LLAMADA PARA TI

«El Señor me concedió de esta manera a mí, el hermano Francisco, el comenzar...». Con estas palabras empieza san Francisco la síntesis de su propio camino de conversión a Cristo, con el consiguiente descubrimiento de su vocación en la Iglesia. Y es que en la raíz de toda vocación no se da una iniciativa humana o personal con sus inevitables limitaciones, sino una misteriosa iniciativa de Dios: El Señor me concedió... 

Desde que comenzamos a existir en los designios del Creador y Él nos quiso criaturas, también nos quiso llamados, preparándonos con dones y condiciones para la respuesta personal, libre y consciente a la llamada de Cristo y de la Iglesia. Dios que nos ama, que es Amor, es «Él quien llama». 

Los discípulos fueron elegidos por el Maestro, no se presentaron voluntarios, al menos en su inicio, porque la amistad que ofrece Jesús es completamente gratuita. Y el que se siente querido por Jesús, sabe que el Maestro espera de él que sea un discípulo fiel y activo. Dar fruto. Buscar la santidad, que no consiste en ser impecables, sino en la lucha por no seguir a otros "señores" y volver a levantarse siempre, después de cada caída. Y no deriva tanto de la fuerza de voluntad del hombre, sino más bien del esfuerzo por no obstaculizar la acción de la gracia en la propia alma, siendo, más bien, sus humildes «colaboradores». 

Si hoy escuchas su voz, 
¡no cierres ni endurezcas tu corazón!